A lo largo de esta semana, en la asignatura de organización de las instituciones, hemos estado tratado el Índice de Inclusión, documento con un conjunto de materiales que nos acercan a una escuela donde la exclusión es cosa del ayer, siendo una escuela totalmente inclusiva donde las barreras para la inclusión han dejado de existir.
Durante todo este tiempo, he aprendido que además de las barreras que pensamos que existen en una escuela a la hora de formar parte de ella, no somos consientes de los impedimentos que muchas personas sufren a la hora de internar introducirse en el mundo educativo.
Al principio empezamos abordando este tema con un artículo sobre un niño con síndrome de Down, llamado Pablo, el cual tuvo que ser cambiado de colegio e ir a otro distinto que el de su hermano, debido a que este colegio no estaba adaptado para niños con las necesidades de Pablo.
Me cuesta mucho aceptar, estando en el siglo en el que estamos, que muchos colegios no estén adaptados a este tipo de necesidades, dejando fuera a niños con la simple escusa de que necesitan alguna ayuda más que los demás, siendo excluidos y apartados por tanto de la vida normal de cualquier niño o adolescente.
Este problema aun se ve más agravado debido a la ignorancia de la mayor parte de la población, pues como el problema no les repercute, pues no son su hijos o sus familiares lo que ven limitados sus derechos. Esta parte de la población no está enterada de las tremendas injusticias que muchas veces ocurren en el sistema educativo con las personas a las que muchos llaman “diferentes”, por únicamente necesitar alguna ayuda más que cualquier niño.
Con estas diferencias no hemos de pensar solo en diferencias físicas o psíquicas, sino también culturales, pues muchas personas pertenecientes a otras culturas son excluidas por el simple hecho de no haber nacido en el mismo país que los demás, por no creer en el mismo dios o religión o por no seguir las mismas tradiciones que el resto, olvidando que, a pesar de estas pequeñas diferencias, no dejan de ser personas normales como las demás y que por lo tanto han de poder tener y disfrutar de los mismos derechos que cualquier ciudadano.
Debido a esta problemática, a nacido el Índice de Inclusión, el cual es un documento que propone mejoras encaminadas hacia una vida educativa en la que la exclusión no esté presente y cualquier niño tenga los mismos derechos y facilidades de acceder y llevar una educación de una forma normal en cualquier centro.
Este documento, no hace cambios en el sistema educativo de un centro, ya que estos cambios han de ser hecho por los propios miembros del centro, por los alumnos y por las familias de éstos, si no que propone una serie de mejoras a través de un conjunto de premisas que hacen que la sociedad en general recapacite y piense en que la llave a la inclusión de los alumnos excluidos no está en otras manos más que en las nuestras, dejando por lo tanto de considerar que es un problema ajeno a nosotros por el hecho de no sufrirlo actualmente.
Además de estas premisas anteriormente dichas, este Índice está formado por una serie de cuestionarios que pueden ser utilizados para recoger información de todos los miembros de la comunidad educativa (profesores, empleados del centro educativo, alumnos, familiares, amigos) sobre los distintos temas que abordan (cultura inclusiva, política inclusiva y practica inclusiva) o para servir de referencia para tratar cualquier otro tipo de tema que influya en el desarrollo normal de una escuela inclusiva.
En mi opinión, este tipo de cuestionario es necesario para alcanzar el objetivo que hemos estado proponiendo, pues hace falta que todo el mundo que se ve envuelto en el entorno educativo (no solo profesores y alumnos) den su opinión sobre los distintos temas que impiden alcanzar este objetivo, pues sin la opinión de todas, al fin y al cabo, siempre estaremos dejando una parcela exclusida en este intento de cambio.
En nuestro caso, durante estos días hemos decidido abordar el cuestionario de la relación entre el centro escolar y la familia.
La decisión de tomar este cuestionario como base de trabajo de nuestro estudio ha sido la necesidad que vemos en la relación de la familia y el centro educativo, ya que el alumno pasa con ambos la mayor parte de su aprendizaje y éstos han de unirse para guiar de la mejor manera al alumno en su trayectoria educativa.
Esto desde el un punto de vista superficial parece fácil, pero en la mayoría de los casos el contacto y la relación entre el centro y la familia es escasa, pues la comunicación entre ambos se produce en muy pocas ocasiones y tanto los familiares como el centro educativo no es informado de la vida que lleva el alumno tanto dentro del centro como fuera de este respectivamente, por lo que la posible ayuda extra que podían prestas ambos al niño con una colaboración mutua entre ambos es sesgada por el simple hecho de la falta de comunicación entre los dos.
Podemos decir, por lo tanto, que este documento, mas allá de proponer unas mejoras para llevar a cabo una escuela totalmente inclusiva es una llamada de atención para que todo el mundo entienda, pese a su sentimiento de no sentirse afectado ante estos tipos de problemas, que este cambio a de llevarse también a un nivel social, pues la escuela forma parte de la sociedad y esta ha de dar ejemplo de inclusión, pues en una sociedad no existe la homogeneidad pero si la igualdad, y pese a que todo el mundo no seamos iguales, si tenemos los mismo derechos entre nosotros, tenemos el mismo derecho de igualdad.
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